El clavel Cap. 2
¡Mamá ponme los tacones!
Y es que antes de convertirse en una jovencita encantadora (viendo a su madre no podía haber sido de otra manera) aquel bomboncito de chocolate dulzón y tierno, desde bien niña sabía que el baile era su vocación.
Quienes la veían sobre los escenarios quedaban prendados por su talento y elegancia. Sentía la música dentro, como si le entrara por el pecho y exteriorizaba ese sentimiento tan profundo, aquella inspiración, mediante el taconeo, los volantes, los lunares y la flor.
Al levantar los brazos juntaba el cielo con la tierra. Era absolutamente un prodigio.
José Daniel Lloret Murillo
18 de Mayo de 2023
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